Poesía del emperador Meiji número 5

(Photo on Foter.com)

En la naturaleza el agua es la sustancia más blandita que hay. Puedes meter fácilmente el dedo en el agua que se te hundirá. En contraposición de la piedra que es lo más duro.
Imagina que eres agua y te decides por algo que te resulte muy difícil. Un objetivo o aprendizaje: ¡Quiero agujerear una roca!
Escucharas voces externas e internas que te dirán que no vas a poder, que es demasiado para ti, que muchos lo han intentado y no lo han logrado, etc. ¿Os suena?
Pero el secreto del agua no es la fuerza. Trabaja gota a gota. Una gota apenas pesa nada. Representa acciones muy pequeñas, pero concentradas: siempre en el mismo punto, siempre hacia el mismo objetivo, sin dispersarse en otras cosas. Y de forma muy constante, sin prisa pero sin pausa.
Pasará tiempo y verás que no haces nada en la roca. Y puede ser el tiempo de la decepción, del echarse para atrás. Pero si persistes y lo superas, pasará un poco más de tiempo y podrás apreciar un pequeño bollo, cierta concavidad y entonces será el tiempo de la motivación comenzarás a ver algo de resultados. Seguirás como hasta ahora, despacio, poco a poco, centrado únicamente en lo tuyo y un día, de repente, la meta será tuya sin importar lo difícil que haya podido ser.
¿Cuales son nuestras distracciones? ¿A qué dedicamos nuestro tiempo y energía? ¿De qué nos quejamos? ¿Estamos centrados? ¿Somos constantes?

 

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