Juzgamos muy mal a las personas por un momento dado en el que están alteradas. Nosotros, que nos identificamos como buenas personas, no le damos la mayor importancia a nuestras alteraciones ya que siempre tenemos muy buenas excusas para justificar dichos comportamientos.
Vivimos en un mar de emociones y todos los mares son bellos y profundos cuando somos capaces de ir más allá de su superficie.
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